¿Son admisibles las mentiras piadosas?
En el séptimo episodio de la primera temporada, un amigo le pregunta a Chidi si le gustan sus botas rojas. Las botas son espantosas, pero Chidi le dice que claro que le gustan, ya que no quiere molestar a su amigo.
Aunque se trata de una mentira inofensiva, Chidi lo pasa fatal. Como buen kantiano, cree que no hay que mentir bajo ninguna circunstancia, ya que hemos de obrar como si cada una de nuestras acciones pudiera convertirse en ley universal. Y las leyes universales no tienen excepciones como "hay que decir siempre la verdad, a no ser que le vaya a sentar mal a un colega".
Por otro lado, podríamos argüir que se trata de una mentira piadosa: Chidi solo quiere ser amable con su amigo, que parece encantado con sus botas. Su respuesta roza la convención social, como cuando alguien nos pregunta qué tal estamos y contestamos que bien, a pesar de que a lo mejor hemos dormido fatal o nos duele la cabeza.
El peligro de las mentiras piadosas, como sugiere Sissela Bok en Lying, es que a menudo son más piadosas para quien las dice que para quien las recibe. Es decir, se sueltan, sobre todo, para sacarnos un marrón de encima, más que para evitar hacer daño a la otra persona.
En el caso de Chidi, quizás hay que pensar que el deber lo tiene con su amigo y no necesariamente con la verdad: ¿le ha pedido su opinión solo por charlar o porque realmente quiere saber lo que su amigo piensa? Y si es un amigo, ¿no podría darle esa opinión sincera, de forma por supuesto amable?
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