¿Qué queda de Marx en nuestras vidas?

Aunque a usted, amable lector, Marx no le diga nada -o más aún, no le diga nada bueno-, lo más seguro es que esté rodeado de circunstancias que tienen su origen en aquel alemán de las barbas. Desde el estado del bienestar (lo que queda de él) en el que se ha desarrollado la mayor parte de la vida de los españoles a la aproximación a la Historia en la que nos movemos, pasando por la estética que impregna las obras de arte y las películas o esta concepción posmoderna de Occidente que ejemplifica el esloveno Slavoj Zizek, donde el capitalismo se entremezcla con la lucha por la justicia social. Lo resumió Octavio Paz en Los signos en rotación (1965): «Aunque la sociedad que preveía Marx está lejos de ser una realidad de la historia, el marxismo ha penetrado tan profundamente en la historia que todos, de una manera u otra, a veces sin saberlo, somos marxistas».
En este 2018 se conmemoran los 200 años del nacimiento de Karl Marx en Tréveris y la ciudad renana prepara cerca de 600 actos en torno al 5 de mayo, que es la fecha del aniversario. En España, la editorial Alianza vuelve a sacar lustre a su catálogo, tanto en las obras sobre él a cargo de Isaiah Berlin y Johannes Rohbeck, como las firmadas por Marx, empezando por la antología de El capitalseleccionada por César Rendueles a partir de la traducción de Manuel Sacristán.
Pero ni siquiera un acto tan celebratorio como un bicentenario viene exento de confrontación y polémica, si de lo que se trata es de una figura de la talla de Marx. En Tréveris andan mosqueados porque el Gobierno chino ha obsequiado a la ciudad con una gran estatua de bronce de casi seis metros de altura. Hay quien lo considera un regalo envenenado de la dictadura comunista de Pekín y hay quien, directamente, no quiere ver en el corazón de esta ciudad católica al mayor revolucionario de las ideas de los dos últimos siglos.