La frase “Soy ateo gracias a Dios” se atribuye a Buñuel y tiene las dos cualidades que Sócrates reclamaba para la filosofía: ironía y mayéutica. La primera es evidente, hace sonreír; la segunda arroja luz sobre una idea del pensamiento védico y de místicos cristianos (Böhme, Eckhart): aunque te esfuerces en negarlo, él mismo (o ella misma, si hablamos de la conciencia) hace posible tu negación. Por él hay algo en lugar de nada (Leibniz), por ella es posible el amor intelectual a lo divino (Spinoza), único modo de tocar lo eterno. Pero todas esas son visiones del pasado. Hoy, la forma más genuina de ser religioso es ser ateo (Panikkar).
(Ver noticia completa en El País. 26/4/19)